Si algo debe hacernos llorar del mundo es la insensibilidad. Pueden morir niños en el mundo o acabarse el ozono o extinguirse las especies, pero si nadie llora a esos niños, si nadie se indigna con la contaminación, si nadie experimenta el tenebroso presagio de la desaparición definitiva, entonces, el mundo sí ha perdido todo sentido. Conozco artistas que abusan de los temas sociales, para hacernos creer que en realidad se preocupan por los seres humanos, cuando, la verdad, sólo desean inscribirse en la nota artística del momento: ser sensibles al dolor humano, humanistas, artistas comprometidos -si viviéramos en el XVIII, serían unos frívolos irredimibles. Jamás veremos una clase mayor de insensibilidad. En otras partes del mundo, esta actitud tiene un nombre... SNOBISMO. Yo autorizo la inmediata lapidación de esos hipócritas mistificadores del arte y la vida. Por fortuna, la enfermedad y el tiempo es nuestro aliado en esta lucha contra semejantes charlatanes.
domingo, 22 de agosto de 2010
viernes, 4 de junio de 2010
Al fin, por aquí
Tengo años de meterme en los blogues y hasta ahora me decido a llevar uno. Debe ser aburridísimo, para viejos gordos, intelectuales y burgueses cuyo tiempo sobra, pero, como a mí sólo me falta lo gordo, pues, no queda otra, me voy con ellos. Nos parecemos demasiado.
La primera entrada de mi blog se titula:Escuela para todos
Y es una manera de vengar a los pobres chiquitos que sufren ese yugo gubernamental. Tenía otros temas, como la discriminación contra algunos extranjeros, el problema de la crítica de arte en Costa Rica, las movidas tenebrosas de la Iglesia de Cristo, la lluvia fea que no nos deja salir, la sequía en Guanacaste, mi primo y su maldita suerte enorme -por qué yo no?, y muchos otros. Pero creo que la piedra angular de nuestra preocupación son los niños. Y por eso empiezo así.
Espero que el artículo le guste a la gente buena, bella y verdadera. Espero que insulte mucho a los patanes que maltratan la virtud, la belleza y la verdad. Y espero que mucha gente se enamore de mí, no sólo por mi cara bonita. Sin más preámbulos, aquí va:
Escuela para todos
Así se llama un libro que venden cada principio de año el cual no sé quiénes ni porqué publican. Sin embargo, me enterneció mucho ver que, un día, en Golfito, un señor compró dos ejemplares y se los regaló a sus hijitos. Bella escena familiar. De la misma manera -pensé, entonces- muchos padres de familia irresponsables confían la edicación de sus hijos al gobierno, el cual posee todo un aparato de control que regula la información que debe y la que no debe entrar en la cabeza de los niños. Es el Ministerio de Educación. Vamos a ver si el ministerio ese se da cuenta de esto:
Todo pareciera en regla, hasta que encontramos que hay "temas" que no están incluidos en el régimen de estudio y que, no obstante, se inculcan con ahinco; son "costumbres" aceptadas como correctas, y que los maestros cultivan, cuando en realidad se trata de prejuicios morales muy peligrosos. Dichos prejuicios han llegado a poner en riesgo la vida de esos mismos niños -más tarde, una anécdota servirá de sustento a esto que afirmo.
La necia idea de meter el concepto tradicional de familia en casa oración que se le enseña a los párvulos ya es, de por sí, un prejuicio marcado:
Mamá prepara el almuerzo.
Papá lee el periódico.
Juancito juega con su pista de carros.
Mariquita jeuga con sus muñequitas.
Se intenta negar la existencia de familias donde no sean hombre y mujer los "pilares" de la organización. En este sentido, los niños no entienden que Fabiolita viva con su abuelo, que Martincito viva sólo con su mamá, que Victoriecita viva con su hermana mayor, que Julito viva con su tio que es gay. Os habéis imaginado oraciones así:
Mamá estudia ingeniería.
Papá toca el piano.
Mariquita juega fútbol en el equipo.
Papá Julio y papá Carlos se aman.
JEJEJE!!! ¿Algún mestrillo se asustó? ¿No? :( ... ¿Ni con la última? Bien...
También ofende que el sexismo de las maestras mal preparadas, iletradas y profundamente estúpidas se transmita a los niños cuya educación pagamos todos los ciudadanos. Dice el reglamento de muchos centros educativos que los hombres debes usar el pelo corto y las mujeres el pelo largo. Claro, hablamos de un distintivo y... ¿por qué? ¿Por qué hay que hacer una distinción tan categórica? ¿Por qué es tan importante esta distinción que aparece hasta en los reglamentos? ¿Estará en peligro el varón que se lo confunda con mujer? ¿Tal cosa es tan terrible? ¿Cuánto afecta ésto a la sociedad costarricense? ¿La afecta? Si le hicíesemos esas preguntas a la maestra, veríamos con tristeza cómo sus sesos nos manchan la camisa, luego de la explosión. Tal parece que, como dice Tatiana Lobo, llamar a un hombre "mujer" es el peor insulto que puede hacérsele.
Otra ofensa horrible contra la dignidad de los ciudadanos de la República y contra los Derechos del Ser Humano es la imposición de clases de Religión en las escuelas y colegios. Soy chino, no creo en Cristo... R/No importa, se queda sentado y no participa. Mis papás son budistas R/ ¿Viste? Fulanito dice que los papás son budistas... Son esos hippies que llegan en una camioneta...
Dicen nuestras leyes que la educación es "... laica, gratuita, obligatoria y costeada por el estado." Parece que la inconstitucionalidad de omitir el primer rasgo obliga a creer que esta ley es un juego.
En una ocasión, recuerdo que mi padre cuchicheaba como cocinera mal pagada con otro padre, era una escena bien penosa. Versaba la conversación sobre un tercer papá comunista que había pedido le retiraran el curso de religión al hijo -el tipo era un pícaro, pues el colegio donde estudiábamos era católico. Jamás vi a mi padre lucir tafetanes más ridículos: él, un frío ingeniero, hablando de la importacia de enseñar la caridad, la honestidad y no sé qué otras virtudes "cristianas" y de cómo ese tipo ateo y malo iba a "cagarse" en la vida de su muchacho. Recuerdo que al chiquillo no lo molestaron, porque todo el mundo decía que era Damian, el de La Profecía... Cuando salimos de 6º, supe que había sentido vergüenza por esa etiqueta. Ahora es un importante intelectual costarricense. Yo no. Mi papá confió en el sistema educativo hasta la médula, hasta agredir su propia formación y realidad, no obstante, el resultado fue negativo.
Pero esa no era la anecdota que quería referir. Es esta:
Hay un sin fin de desacatos y actos que violentan los Derechos Humanos y que, no obstante, se cuiltivan como "virtudes", como "buenas costumbres" en los muchachos. Se cultivan por meros tontos poco preparados, iletrados, prejuiciosos y supersticiosos maestros. El más cruel de todos los casos que conocí voy a exponerlo ahora.
Había que hacer un dibujo al final de la "copia". El dibujo tenía que hablar sobre lo que decía la lectura. La lectura hablaba de un güila que soñaba con un futuro burgués. Al terminar la actividad, la maestra sorpresivamente pidió los dibujos para exhibirlos en la pizarra. De repente, uno de los compañeros comenzó a reír con fuerza y a proferir gritos raros, como chillidos. Le siguieron otros y otros y todo el salón. La maestra, molesta y curiosa, fue a ver cuál era el origen de aquel escándalo. Era un dibujo. Exigió que el culpable se levantara. El culpable, claro, se puso a llorar. Los chiquillos comenzaron un coro estremecedor: "fue Armando, fue Armando". Me regañaron... eso pasa. Me ridiculizaron... eso se soporta. A la salida, tres de mis compañeros me rompieron tres dientes, un dedo, la nariz y una costilla... eso duele. El dibujo era muy bonito, era un teatro, y estaba yo, estaba en una playa con Carlos. Un corazón nos separaba y unía al mismo tiempo. No puede conservar el dibujo pero me acuerdo muy bien. Carlos también se acuerda, mi padre le impuso una fuerte demanda al suyo, por haberme su hijo desfigurado el rostro con su bota.
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